Muchas veces tendemos a creer que no existe diferencia entre pedir un préstamo o un crédito, pues eso es un gran error, se trata de dos operaciones bancarias completamente distintas y que debemos saber diferenciar para no equivocarnos con la opción que más nos interesa.
En un préstamo el cliente, prestatario, recibe un dinero para la adquisición de bienes con importe conocido con anterioridad (una vivienda o un coche, por ejemplo). La entidad financiera da esa cantidad y el prestatario la devuelve en un plazo fijado, normalmente largo, con unas comisiones de apertura e intereses que serán liquidados según lo estipulado.
Por otro lado, cuando se firma un crédito la entidad financiera pone a disposición del cliente (acreditado), en una cuenta corriente, una cantidad de dinero máxima hasta la cual el acreditado puede hacer uso libremente, si excede esa cantidad se produce lo que se conoce como “descubierto”. Se suele hacer a corto plazo (un año), y se cobran también comisiones de apertura e intereses que se liquidan.
Como ya hemos mencionado, el préstamo se usa, por lo general, para adquisición de bienes que ya conocemos el precio con anterioridad, mientras que el crédito se utiliza como una herramienta para aquellos que necesitan liquidez con urgencia.
Ahora que conoces las características de ambos podrás elegir aquel que sea más acorde a tus intereses, y recuerda que siempre puedes pedir asesoramiento para no equivocarte al tomar la decisión.